Lloran las letras…
Se han acordonado las palabras,
redirigiendo su rebaño
hacía un terreno más afortunado,
que las unja de verbos.
En tierra prolífica, echan raíces
los versos, agigantándose
a cada golpe de latidos,
extendiéndose, pero
denotando la ausencia…
La necesidad, se hace urgencia,
el alma se muerde a sí misma,
y la piel,
se calcina de tanta nostalgia.
El insomnio se agiganta,
con cada pensamiento,
con cada suspiro de hastío,
para luego sucumbir,
abatido por
lágrimas…
Mónica Beneroso
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