No desespero,
si mis ojos no alcanzan a verte,
ni al ver mis manos curtirse de caricias huérfanas.
¡No! Ya no desespero,
si mis labios se besan a sí mismos
procurando la humedad, que dejó tu boca.
Ya no me impaciento
ni muero, minuto a minuto
esperando tus pasos, acercarse a mi puerta.
La agonía,
no es más larga, que el recorrido
que hago para hallarte…
Porque vallas donde vallas,
o estés donde estés, siempre te encuentro…
No desespero,
por alcanzar lo que siempre,
estará al alcance del corazón.
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