Ambrosía
Tu dulce voz, me sabe a ambrosía
y al oído es, cual néctar delicioso.
Se esparce, por el cuerpo tembloroso
con premura, hasta con alevosía,
tal dardos, con veneno ponzoñoso
que inician sin piedad la travesía.
Me ha dejado indefensa en demasía,
a merced, de algún beso ventajoso.
Al alma, provee alas misteriosas
que se elevan, sutiles y livianas,
silentes cual si fuesen mariposas.
Del corazón, reabren las ventanas,
volviéndose las venas rumorosas
pues transportan, la esencia que tu emanas.
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