Queda pequeño el universo…
Se me ha vuelto peregrina el alma,
ahora pretende cazar atardeceres,
cansada de que éste, le robe el sueño.
Ansía amarrar la persiana del horizonte,
para que no pestañee una vez más…
Se ha lanzado sin paracaídas,
ha soltado todas las amarras
y ha quedado a la deriva,
como barrilete al que le han soltado el hilo.
Vaga en un cielo de caricias nonatas,
entre nubes de besos fugados,
buscando ser fulminada por esos rayos,
nacidos de las miradas perdidas, cuando me buscas.
Susurran, gritan, acosan, las mariposas…
Te saben, te presienten,
mas mi alma desespera,
queriendo reunir y dar vida
a ese cielo, de horas desperdiciadas.
Decididas, emergen, saliendo a mí rescate,
aun temiendo morir en el intento…
Pero a medio camino,
las sorprende un cosquilleo
que me sube por la espalda,
que estremece al corazón, que eriza la piel…
Huellas… huellas, que trazan arcoíris de esperanza,
donde arreciaban tormentas de utopías…
que acarician y multiplican mariposas,
que dan vida a lo invisible,
y de un tirón… devuelven al alma a su sitio.
Es que cuando llegas…
queda pequeño el universo,
para que el alma extienda sus alas.
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