Desde que me habitas
La soledad, esa que se siente en el alma
aunque cientos te rodeen,
ha dejado de ser ese fantasma
que solía arrinconarme, paralizando
hasta mis ganas de vivir…
Ahora soy yo, quien la acorralo,
la persigo, y la condeno…
Ya nunca sentiré ese frío que congela,
el alma, los huesos y hasta la razón.
Aquella soledad… ha perdido la batalla…
Desde ese día, que me habitas…
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